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editorial

La crisis del sistema político

editorial PUBLICADO el Jueves 23 de agosto, 2012
La República Digital

La oposición patalea, combate, critica, observa al gobierno, pero no logra avanzar en las encuestas. Su estrategia es llevar los asuntos públicos al límite, quizás con la intención de volcar al electorado –o parte de él– hacia sus propias filas.

Pero no avanza, aunque igual sigue en el mismo juego que es cortito desde el punto de vista estratégico. Incluso se puede llegar a decir que patalea bien, que se opone mejor, pero que no logra crear un sentimiento político-cultural que transforme la realidad social y genere nuevas adhesiones políticas.

Si esto es así –puede llegar a no serlo–, ¿qué les está pasando a los opositores? La impresión que hay es que les faltan dos elementos: por un lado carecen de suficiente autocrítica, y por otro tienen un exceso de soberbia que les impide acumular fuerzas para transformar la realidad actual con proyección de futuro.

Estos dos elementos están sustentados en un factor de fondo: blancos y colorados no han sabido construir un entorno crítico sobre su pasado y su presente, porque carecen de intelectuales y de comunicadores que se dediquen a estudiar con valentía a esas dos fuerzas políticas, que sin duda tienen luces y sombras en su historia y en su presente.

Hasta hoy no conocemos un estudio serio, nacido en las entrañas de los blancos, sobre el gobierno del doctor Luis Alberto Lacalle, como tampoco sabemos cómo se transitó del wilsonismo progresista al neoliberalismo de Ignacio de Posadas.

Lo mismo pasa en el Partido Colorado, que aún no tiene un estudio propio de las causas de la derechización pachequista, como tampoco se sabe cómo se pasó del estado de bienestar de Luis Batlle al neoliberalismo del doctor Jorge Batlle o a esa suerte de socialdemocratización conservadora de Julio María Sanguinetti.

A la vez, esta falta de revisión histórica está influyendo para que no tengan blancos y colorados una estrategia de futuro y por eso quedan en la “guerra de guerrillas” de la crítica y del pataleo.

Por cierto estas carencias de la oposición no deben endulzar al actual gobierno progresista, que está mostrando carencias importantes en lo que es la construcción del nuevo Uruguay que comenzó con el gobierno de Tabaré Vázquez.

El Frente Amplio tiene la suerte de contar con académicos y periodistas de izquierda que colaboran con su crítica constructiva a la puesta al día del Frente Amplio. Es esa “suerte” que no tienen los partidos tradicionales, porque solo cuentan con columnistas y editorialistas que aplauden y ayudan a construir la soberbia opositora.

Pero a la vez el Frente Amplio tiene la carencia expuesta de que no logra un nuevo diálogo con capas fundamentales de la sociedad, que son los docentes de los distintos niveles de la enseñanza y los actores de la salud.

La izquierda ha sido históricamente aliada de la clase obrera. Alianza que fue la columna vertebral que permitió construir el Frente Amplio y ganar dos veces las elecciones nacionales.

Una izquierda que no se da cuenta de que no sabe cómo entender su propia transformación si comparamos el año 1971, para no irnos más lejos, con el tiempo que estamos viviendo.

Entonces tenemos un panorama confuso para todo el sistema político, que se expresa de diversas maneras en las distintas colectividades políticas.

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