EEUU
"La guerra contra las drogas está poniendo en crisis lo mejor que Estados Unidos ha dado al mundo: la democracia", afirmó al entrar a este país Javier Sicilia, poeta mexicano que encabeza el movimiento de víctimas de la violencia desatada por el combate al narcotráfico.
Sicilia y un grupo de 40 familiares directos de víctimas, acompañados por decenas de activistas por los derechos humanos de México y Estados Unidos arrancaron el domingo 12 una Caravana por la Paz binacional que recorrerá 9.400 kilómetros y prácticamente toda la frontera sur estadounidense, antes de llegar a Washington.
La caravana tiene como consigna: “No More Drug War (fin de la guerra a las drogas)” y llegará a la capital estadounidense el 10 de septiembre, con el ambicioso objetivo de que el gobierno del presidente Barack Obama colabore con el control del contrabando de armas a México.
Pero, sobre todo, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad pretende provocar un cambio en la política prohibicionista de drogas, prevaleciente en Washington desde la administración republicana de Richard Nixon (1969-1974) y que ha sido replicada en México.
“Si continuamos dejando el problema solo en manos de los gobiernos y de las organizaciones políticas, lo único que tendremos es más violencia”, advirtió Sicilia en la ciudad californiana y vecina de San Diego, primera parada de la caravana, que recorrerá 27 urbes.
Además, dijo, acarreará “un crecimiento mayor de estados que disfrazados de democracia se volverán cada vez más policíacos, militares y xenofóbicos”.
Su propuesta fue secundada por el congresista Bob Filner, candidato a la alcaldía de San Diego, y por el senador de la legislatura de California, Juan Vargas. Ambos pertenecen al Partido Demócrata, como Obama.
“Es evidente que lo que hemos hecho no ha funcionado”, dijo Vargas a IPS. “Esto no ha sido guerra contra las drogas, ha sido asesinato de gente inocente en los dos lados de la frontera”, aseguró.
Las organizaciones participantes en la caravana cifran en 70.000 muertos, 20.000 desaparecidos, 250.000 desplazados y miles de viudas y huérfanos el total de víctimas de la estrategia de guerra contra el crimen organizado del presidente conservador de México, Felipe Calderón, que culmina su sexenio el 1 de diciembre.
En tanto, en Estados Unidos hay dos millones de personas encarceladas por posesión de unos gramos de droga.
Mientras, el comercio binacional de drogas y armas genera entre 19 y 39 millones de dólares, lavados por bancos de los dos países, según datos manejados en la caravana.
El movimiento por la paz surgió en México tras el asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta, el 28 de marzo de 2011. El grupo recorrió la mitad de México, del centro al norte, en junio de 2011, y del centro al sur en septiembre, para recoger testimonios y adhesiones a su campaña contra la impunidad.
La caravana por Estados Unidos ha congregado a más de 200 organizaciones de derechos humanos y de defensa de las minorías en este país.
La demanda central de la movilización es el control de armas. Pero también incorporó en la agenda mejoras en la situación migratoria y la despenalización del consumo de drogas, muy bien acogidas en la prensa local.
El arranque formal de la expedición fue en el Parque Histórico de la Amistad de San Diego, por muchos años un punto de encuentro libre para familias mexicanas que viven en México y Estados Unidos.
Pero en 2008, en los últimos meses de su gobierno, el presidente republicano George W. Bush (2001-2009) selló la reja que dividía los dos países con una red de acero y un segundo muro que va en paralelo, a una distancia de 15 metros.
Ante esa doble cerca, Sicilia lanzó un reclamo por la política del gobierno estadounidense, al asegurar que esos muros son muy porosos para pasar drogas y armas, pero muy crueles con la dignidad humana.
“Fue muy importante que empezáramos en ese lugar”, comentó a IPS el activista Enrique Morones, fundador de Ángeles de la Frontera, una organización dedicada a colocar bidones de agua en diferentes puntos del desierto, para evitar las muertes por deshidratación de inmigrantes.
Morones explicó que el fenómeno migratorio se ha reducido por la crisis económica de Estados Unidos, pero no se ha detenido y ahora, a la migración tradicional se está sumando el desplazamiento de familias que huyen de la violencia en México.
La causa pacifista ha sumado a muy diversos activistas en los dos países.
Entre los mexicanos, además de las víctimas de la violencia provocada por la estrategia bélica de Calderón contra las mafias del narcotráfico, participan también dirigentes de comunidades indígenas que luchan por la defensa de sus tierras contra grandes proyectos energéticos o mineros.
Entre los estadounidenses hay grupos de derechos humanos anglosajones que se solidarizan con las víctimas en México, líderes latinos y afroamericanos, que demandan reciprocidad a los mexicanos en la defensa de las minorías, y activistas contra la prohibición del consumo de drogas en este país.
“Es una experiencia inédita, por la diversidad de intereses que está sumando la caravana”, dijo a IPS el participante Roberto Lovato, cofundador de Presente.org, muy influyente en la defensa de los latinos en Internet
Caroline Stewart, madre de un adicto a la heroína, es integrante de la organización A New PATH (Nuevo Sendero), que hace dos años inició la campaña Moms United to End the War on Drugs (madres unidas para detener la guerra contra la drogas), uno de los grupos que recibió a la caravana en Los Ángeles.
“Estamos con las madres de México porque tenemos pérdidas similares. Muchos de nuestros hijos han muerto de sobredosis o son encarcelados por muchos años porque en este país mucha gente cree que la adicción es un problema moral, no una enfermedad”, dijo Stewart a IPS.
Estados Unidos tiene una población de 313 millones de habitantes y 270 millones de armas de fuego en manos de civiles.
El estadounidense Buró de Control del Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, en inglés) indica que 6.700 de los 55.000 locales de venta minorista de armas del país, se encuentran en la frontera. Además, 87 por ciento de las armas recuperadas por las autoridades mexicanas en los últimos cinco años son de origen estadounidense.
La caravana binacional se produce mientras Estados Unidos está conmocionado por tres tiroteos indiscriminados, que desde el 20 de julio dejaron 21 muertos y más de 50 heridos en distintos lugares del país.
Además, este país está inmerso en la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre, en la que el control de armas no figura en las prioridades de los dos candidatos, Obama y el republicano Mitt Romney.
Pero los activistas estadounidenses participantes en la caravana esperan que la presión sobre Obama aumente tras los últimos tiroteos.
El lunes 13, la caravana recibió un importante respaldo en Los Ángeles, encabezado por populares actores y cineastas mexicanos. Pero este miércoles 15, el grupo se internará en el estado de Arizona, donde se anticipan las mayores resistencias al mensaje contra las armas.
Exclusivo IPS para LA REPÚBLICA.
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