sensaciones

Destinos…

“Gritó el gol como si fuera la final de América”, me decía anoche Juancito Lagorio, hermano de la vida de ambos.

Nadie lo podía creer. Era –fue– una suprema injusticia. Quién podía suponer que después de todo lo que pasó tuviera que vivir esto …Con toda la felicidad que tenía…

Tuve el triste privilegio de enterarme de primera mano de su posible vuelta a Peñarol. Fue en el velatorio de mi mamá, cuando el “Tony” y Juan se acercaron a saludarme y fue inevitable que contara lo que “sorpresivamente” estaba viviendo, sin saber qué hacer todavía, porque hacía tiempo ya que la ilusión de volver se había ido quedando en un rinconcito de su corazón y ya no quería nuevas decepciones.

“Lo que vos hagas está bien ‘Tony’, no tenés que darle explicaciones a nadie. Tenés todo el derecho de volver porque vos no hiciste nada malo para que no te renovaran, al contrario. Y lo más importante, la gente te quiere, vos todavía podés darle mucho a Peñarol, así que resolvelo tranquilo”. Palabras más o menos, fue lo que le transmitimos con Juan. También estaba Gregorio, quien lo pidió y no lo pudo tener. Lo mismo le dijo él.

Antonio es un muchacho sano, que está en Peñarol desde que era un gurí. En el 93 debutó en una Commebol con 16 años. Era la mascota del grupo, el cachorro. Goleador nato, talentoso, contagiando alegría, se ganó un lugar para siempre en el plantel principal. Volvió otras veces para ser campeón, las dos únicas dos que Peñarol logró un Uruguayo en el nuevo siglo.

“Anoche hasta hacía bromas”, me contó Juan. “Por dentro…andá a saber”.

La revancha con el destino ya está pactada, “Tony”. Vos te lo merecés. Es lo que todos queremos en el país, ahora sin distinción de camisetas. Solo que vas a tener que esperar otro poco. Te sobra talento, te sobra corazón, te sobra respeto de todos tus compatriotas.