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Por una ciudad limpia

editorial PUBLICADO el Viernes 13 de julio, 2012
Contenedores Llenos De Basura

Hoy todas las miradas convergen en la Intendencia de Montevideo con la esperanza de que el conflicto de los trabajadores del sector Limpieza llegue a su fin.

El problema de la basura no es nuevo. Lo que tal vez sea nuevo es su recurrencia o la frecuencia con que vuelve a plantearse una y otra vez desde hace algún tiempo.

Cuando en febrero de 1990 el doctor Tabaré Vázquez asumió la jefatura del gobierno departamental, una de sus prioridades fue la erradicación de los innumerables basurales que se habían formado en diferentes puntos de la ciudad. En poco tiempo logró su objetivo y todos aplaudimos; asimismo, esa primera administración frentista de Montevideo buscó una solución al problema de los carritos de hurgadores tratando de reglamentar su operativa.

No obstante las medidas adoptadas por aquella primera administración y las que la sucedieron, la recolección de residuos en Montevideo siguió generando problemas o agudizando los ya existentes. Y últimamente la situación empezó a tornarse explosiva por la proliferación de hurgadores, por el incremento de los residuos domiciliarios y por la intransigencia de ciertas medidas gremiales, en muchos casos exageradas.

El problema, pues, exige un abordaje desde varios ángulos. En primer lugar, se impone resolver de una vez por todas el problema de la clasificación que realizan los hurgadores. No se trata de que cumplan con los requisitos exigidos por la Intendencia para circular; se trata de que realicen su tarea en lugares apropiados para ello sin necesidad de revolver en los contenedores. A tales efectos, es preciso que los ciudadanos hagan una primera clasificación en el hogar, separando lo reciclable (vidrio, plástico, cartón, metal, etcétera) de lo no reciclable (restos de comestibles, tóxicos, etcétera). No parece demasiado complicado y no creemos que sea impracticable; se trata de un pequeño cambio cultural que puede lograrse mediante una campaña publicitaria inteligente.

Y por último, entendemos que los funcionarios deben modificar sus métodos de lucha y deponer esa actitud de intransigencia que no hace otra cosa que poner a la población en su contra, una población que los percibe como privilegiados aunque en rigor no lo sean.

En definitiva, el problema de la basura tiene solución. Todo depende de la voluntad de las autoridades y de la buena disposición de los vecinos.

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