Editorial

La violencia incontrolable

Un nuevo caso de violencia extrema ocurrió en EEUU, esta vez en Denver, Colorado. El blanco elegido por el enajenado fue una sala cinematográfica en oportunidad del estreno de una nueva entrega de la saga de Batman.

La información del luctuoso episodio habla de más de una decena de muertos y alrededor de cincuenta heridos. Como en casos anteriores, no hay explicación racional para la demencia criminal que llevó a un individuo a atentar contra gentes inocentes.

No es la primera vez que se producen hechos de esta naturaleza; hay antecedentes de matanzas por el estilo en colegios y universidades, y ninguna de ellas puede sensatamente atribuirse al tan temido terrorismo del eje del mal. El terrorismo, ese fantasma que atormenta al país del norte, a sus autoridades y a sus ciudadanos, aterrorizados en una psicosis que los lleva a estar en permanente estado de alerta por la eventualidad de un ataque terrorista. Ese fantasma inasible que sirvió para justificar las medidas liberticidas de Bush luego del 11 de setiembre de 2001.

La gente aceptó, resignada, la conculcación de su libertad en aras de su seguridad. Pero, claro está, el resultado es que sus derechos fueron restringidos sin que ello fuera un medio idóneo para garantizar su seguridad.

Los ciudadanos estadounidenses no han advertido (convenientemente manipulados por las autoridades y alienados por un discurso oficial maniqueo) que el terrorismo no es patrimonio exclusivo de musulmanes u otros “enemigos de la democracia” y que, por tanto, están expuestos a ataques -tan mortíferos como los que pueden llevar adelante grupos extremistas- perpetrados no por individuos mal entrazados de tez oscura sino por cualquiera de sus conciudadanos prolijamente rubios y de ojos celestes.

No es de asombrar que en una sociedad alienada por la incitación al hiperconsumismo demencial aparezcan, cada tanto, individuos que no conocen otra forma de cuestionar al sistema que manifestar su inconformismo por medio de la violencia extrema. Y menos asombroso es aun si consideramos que cualquiera puede fácilmente procurarse las armas que desee.

Es el sistema el verdadero responsable de la violencia que sufren los individuos, atrapados en una espiral de miedo e impotencia.