MANIOBRA MACABRA

La muerte de Yasser Arafat otra vez en el tapete

En una entrevista con la televisión árabe Al Jazira, Suha Arafat, la esposa del extinto líder palestino Yasser Arafat reveló que un laboratorio de Lausana, Suiza había encontrado polonio-210 en la ropa que Arafat utilizó antes de morir, en noviembre de 2004. La sugerencia es obvia: su esposo fue envenenado.

Resulta curioso que Suha Arafat haya guardado la ropa que él utilizó sin lavarla durante 8 años. Aún más extraño es el hecho que Suha Arafat, que se negó a que se haga la autopsia a su marido en el momento de su muerte, ocho años después, la pida a gritos.

En 2004 los médicos franceses declararon no encontrar toxinas en el cuerpo de Arafat. Uno de los médicos atribuyó su muerte al sida confirmando los insistentes rumores de que Arafat era homosexual. Sin embargo, el periodista israelí Barry Rubin, quien escribió un libro sobre Arafat y lo entrevistó con frecuencia no cree en su homosexualismo y sostiene que el deterioro del estado de salud del líder palestino era evidente para todos aquellos que lo trataron el último año. Sufría de un Parkinson, los labios le temblaban, parecía desorientado y no hablaba con la fluidez habitual. Tenía sobrepeso, comía mal, trabajaba largas horas, no se cuidaba y estaba mal atendido.

¿A qué responde esta maniobra macabra de colocar una vez más sobre el tapete de la actualidad internacional el cadáver de Yasser Arafat? Hay tres explicaciones, no necesariamente contradictorias entre sí: política, venganza y dinero. Según la primera tesis, en un momento de decaimiento del interés internacional por la cuestión palestina debido a los dramáticos acontecimientos en el mundo árabe y en un momento de crisis interna, se trata de crear algún hecho sensacional que vuelva a unir al mundo musulmán en torno a la causa. No importa que todo sea una gran farsa. Ya los predicadores en las mezquitas se van a encargar de incitar contra los malvados de siempre, Israel, la CIA, el Mosad, etc. Poco importa que Ariel Sharon, cuando fue primer ministro de Israel, dio la orden de no matar a Arafat en un momento en que estaba al alcance de Israel liquidarlo, con el sensato argumento de que no había que convertirlo en un mártir. La segunda explicación, sobre la venganza, fue formulada por el experto en Asuntos Árabes del diario israelí “Haaretz” Danny Rubinstein. A su juicio, Suha Arafat decidió vengarse del liderazgo de la autoridad palestina por tratarla con desprecio y por tratar de marginarla y de apartarla de su marido. Suha, desde su punto de vista, siempre ambicionó el poder, desde que con 26 años comenzó a trabajar en la oficina de Arafat en Túnez. Al replantear el tema de la muerte de su marido, asume un protagonismo que coloca en una situación incómoda a las actuales autoridades palestinas.

Pero indudablemente el tercer argumento es el más importante. Aparentemente debido a la crisis económica actual de la Autoridad Palestina, ha habido un intento de revocar o modificar el acuerdo económico acordado con Suha Arafat a la muerte de su marido ¿Cuál fue ese acuerdo? Citamos al respecto al periodista palestino Khalid Amaryeh, en un artículo publicado el 17 de agosto de 2007: “Después de la muerte de Arafat en noviembre de 2004 y tratando de solucionar el problema con Suha ‘de manera tranquila’, los líderes de Al Fatah hicieron un acuerdo por el cual ella recibiría una parte considerable de la fortuna de Arafat así como una asignación mensual de decenas de miles de dólares por el resto de su vida a cambio de su silencio. Si bien los detalles acerca de su fortuna no son conocidos, es muy probable que la mayor parte provenga de dinero que pertenece al pueblo palestino. Por lo demás, las cuentas bancarias de Arafat, secretas o no, no le pertenecían a él sino al pueblo palestino. Con todo el respeto por su lucha por un estado y por la libertad, el desaparecido líder palestino, no tenía ningún derecho a dejar decenas o centenas de millones a su esposa y su hija. Esos millones no eran suyos. Pertenecían a su pueblo”.