tiempos modernos

De comidas, ejercicios y pabellones

Manzana en corpore sano, se ha dicho. Una manzana al día mantiene alejado al médico. Bueno, hasta que aprende a amagar, esperar a que una erre el manzanazo y luego seguir acercándose. Entonces se precisarán dos manzanas. O más. O partirla al medio. O más. En fin.

Con el tiempo, se ampliaron las comidas imprescindibles para seguir vivo una semana más. Hay que comer diariamente un litro de yogur, uno de leche, 100 gramos de aceite de oliva, tres claras de huevo, un pescado, cien gramos de nueces, cincuenta centímetros cúbicos de miel, una docena de aceitunas negras, ochenta gramos de azúcar negra, dos cucharadas de levadura de cerveza, un vaso de vino tinto, siete porciones de frutas y verduras -preferentemente ensaladas de tres colores, roja, verde y blanca-, dos dientes de ajo, un tazón de moras, media cebolla, yuyos surtidos, y carnes de pasturas. Ah, y eso sí, comer con mucha moderación.

Pero no somos solo lo que comemos. También somos lo que hacemos, así que hay que correr diez kilómetros, caminar media hora, levantar pesas, hacer abdominales, diez piletas, pilates, saltar plintos, hacer deportes de contacto, hacer el amor, hacer yoga, meditar, jugar al ajedrez, jugar a los juegos japoneses para ejercitar la mente, mantener contactos humanos presénciales al menos una vez por semana. Y en los ratos de ocio, laburar un poco, porque también el trabajo es salud.

Y es así que, con estos avances modernos, surgió el deporte reglamentado. Primero, como deporte, en las universidades inglesas. Y después, se popularizó por todo el mundo entre los trabajadores ingleses de los ferrocarriles y demás. Y luego otros fueron a mirar, y era lindo, y cuando se quiso acordar había más mirones que deportistas, y alguno se le ocurrió cobrar entrada y poner chapas para que no miren de afuera, y los jugadores empezaron a pedir una parte porque al fin y al cabo eran los que sudaban, y así nació una de las más potentes industrias del siglo XX. Y jugaban siempre los mismos 22 y aparecimos los periodistas y los mirones se cuentan por millones y se pelean y todo eso. Pero solo 22 hacen deporte y esa no era la idea.

Entonces quedaban los juegos olímpicos como último reducto romántico purista en el que solo participaban los amateurs y a alguno le hicieron devolver la medalla porque se supo que una vez había cobrado una coca y un pancho para reforzar el equipo de baby fútbol de un primo. Pero no más. Ahora Nadal es el abanderado de España. Y capaz que cobra por llevar la bandera (en dólares, porque le ofrecieron acciones de bancos españoles pero no quiso).

Y en Uruguay tenemos cracks para mostrar, sin dudas. Pero darle el pabellón a un amateur estaría bueno.