tiempos modernos

Cómo terminar con los accidentes de tránsito

El saldo de accidentados (heridos y muertos) en siniestros de tránsito sigue aumentando al tiempo que las motocicletas adquieren un protagonismo que antes no tenían. Las cifras que muestran las estadísticas indican que las probabilidades de morir víctima de una rapiña son sensiblemente menores que las de perder la vida en un accidente de tránsito.

Se me ha ocurrido, pues, en consonancia con la campaña bordaberryana de bajar la edad de imputabilidad, promover un aumento de la edad mínima requerida para conducir y llevarla a los treinta años o más; para obtener la licencia, hay que ser mayor de 30. Si el líder de Vamos Uruguay está convencido de que bajando la imputabilidad a 16 años podremos vivir y trabajar en paz y seguridad, no veo razón alguna para no intentar algo similar con la edad para conducir vehículos con motores de explosión, sean bi o tetrarrodados.

Lejos de mi intención justificar los accidentes, pero me parece de rigor señalar la flagrante contradicción entre las campañas de prevención de accidentes -sugiriendo candorosamente no rebasar ciertos límites de velocidad- y la publicidad (directa o subliminal, grosera o sutil) que nos impulsa a optar por vehículos cada vez más veloces. Además de otros atractivos, la velocidad que puede alcanzar un automóvil es el factor determinante a la hora de decidirnos por uno u otro modelo. O sea que, por un lado, las grandes fábricas van perfeccionando año a año (y casi día a día) sus modelos de modo tal que sean capaces de desarrollar velocidades cada vez mayores, mientras por el otro, las autoridades pretenden convencernos de que le aflojemos la pata al acelerador… Mirá si vamos a dar pelota a semejante consejo cuando vemos que el motor “pide más” y que basta con que bajemos un poco más la pata, para que la aguja del velocímetro se dispare sin que el vehículo pierda estabilidad. ¿Cómo mantenerse a 110 en una buena autopista si la máquina puede llegar a 140 sin dificultad?

Es algo similar a lo que pasa con las bebidas alcohólicas: al que le gusta el trago no le pidan que beba con moderación, porque una vez que calentó el pico, difícil que se avenga suspender el beberaje.

Son mensajes contradictorios que revelan el grado de esquizofrenia de la sociedad.

En definitiva, si más allá del alcohol ingerido por el conductor, de su imprudencia o impericia, del estado de la calzada o de cualquier otra causa de siniestro, el único elemento que está presente en el cien por ciento de los accidentes automovilísticos es el vehículo automotor, lo más sensato y efectivo será prohibir los automóviles.