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Campaña para despenalizar consumo de drogas en Brasil

Personalidades académicas, jurídicas, sanitarias, políticas y sociales de Brasil lanzaron una campaña para despenalizar el consumo de drogas, por el que van a prisión en este país decenas de miles de personas que no son narcotraficantes.

PUBLICADO el Miércoles 11 de julio, 2012
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La campaña “Ley de drogas: Es hora de cambiar”, fue lanzada por la Comisión Brasileña sobre Drogas y Democracia, que pretende recoger un millón de firmas para apoyar un proyecto de ley que será presentado al Congreso legislativo en la segunda mitad de 2013.

El objetivo, al que se sumaron reconocidas figuras del teatro y la TV y que es apoyado por personalidades como el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), es cambiar la ley 11.343/2006, que establece la política antidrogas sin distinguir en forma clara entre usuarios y traficantes.

“Compré medio gramo de marihuana para uso personal y me agarraron. Como soy habitante de una favela (barrio marginal), me llevaron (preso) como traficante… Como en Brasil no se puede esperar el juicio en libertad, pasé meses en la cárcel”, dice en una de las cuñas televisivas divulgadas desde el lunes 9, el actor de telenovelas Felipe Camargo, interpretando el caso real de un mensajero.

“¿Es justo eso?”, se pregunta el joven. Hay otras historias verídicas: una prostituta que fue presa porque un cliente dejó rastros de droga en su cuarto; un hombre detenido porque encontraron un polvo en su casa que, después se comprobó, era levadura.

Desde que entró en vigencia la ley, la cantidad de detenidos por posesión de drogas se duplicó en este país.

El consumo de drogas “no puede tener relación con la represión, la cárcel y la policía… sino con la educación, la salud y la solidaridad”, subrayó en el lanzamiento de la campaña el diputado Paulo Teixeira, del gobernante e izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que presentará la iniciativa de reforma legal en el parlamento.

“La idea central es despenalizar la tenencia y el uso de drogas”, subrayó.

Entre otros cambios, la iniciativa propone transferir la política de drogas del área de seguridad pública hacia las de salud y asistencia social; despenalizar el uso, al establecer diferencias claras entre consumidor y traficante, y garantizar el tratamiento de calidad para los drogodependientes, incorporando redes de apoyo y familias a la oferta de una atención integral a la adicción.

El abogado Pedro Abramovay, profesor de derecho de la Fundación Getulio Vargas y exsecretario de Justicia del gobierno de Dilma Rousseff, dijo a IPS que 60 por ciento de los presos por drogas en Brasil estaban desarmados, tenían pequeñas cantidades y nunca cometieron otros delitos.

“Están mucho más cerca del usuario que del narcotraficante, pero son presos como narcotraficantes porque la ley no es clara”, enfatizó Abramovay, alejado de su cargo en el gobierno, entre otras diferencias, por defender las penas alternativas para los pequeños traficantes.

Un cuarto de la población carcelaria de Brasil -la cuarta más numerosa del mundo detrás de las de Estados Unidos, Rusia y China- está relacionada con las drogas. Este país de más de 192 millones de personas tiene 258 reclusos por cada 100.000 habitantes.

Mientras la cantidad de reclusos se triplicó en los últimos 15 años, la de detenidos por tráfico experimentó el mismo ritmo de aumento en apenas un lustro, comparó la especialista en violencia Julita Lemgruber, directora del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la Facultad Cándido Mendes.

La “enloquecida” legislación de drogas de Brasil está llevando a la cárcel también a un mayor número de mujeres, contribuyendo a la superpoblación penal y causando problemas “enormes” por condiciones inapropiadas en las unidades penitenciarias femeninas, destacó Lemgruber.

Las mujeres representan seis por ciento de la población carcelaria brasileña, pero 14 por ciento de los reclusos por tráfico, comparó.

Desde su experiencia en la represión, el ex secretario nacional de Seguridad Pública, coronel de la reserva de la policía militar José da Silva, apoya la reforma legal.

“Con la práctica, uno va observando que cuanto más se reprime, el problema se agrava. Mueren más personas: usuarios, policías, traficantes y personas que no tienen nada que ver con esa historia”, dijo Da Silva a IPS. Y “nadie consume menos por eso”, destacó el jefe policial, que considera “perdida” la batalla a las drogas por medio de la represión.

La campaña no se propone, por ahora, pasos más osados como la legalización del mercado de drogas. Pero Da Silva la considera también necesaria.

“El modelo que los estadounidenses adoptaron cuando decidieron legalizar el alcohol es el que debemos utilizar para las drogas…, legalizar y controlar todo, la producción, la distribución, el consumo, para que sea el Estado el que controle, y no el traficante”, opinó.

Un sistema similar, pero solo para la marihuana, fue propuesto el mes pasado por el gobierno del vecino Uruguay.

La iniciativa legal de Brasil se basa en parte en el modelo de despenalización que adoptó Portugal. En ese país europeo mejoró el combate al crimen organizado, cayó en forma drástica la cantidad de muertes relacionadas con drogas, y no solo no creció el consumo, sino que se redujo entre los más jóvenes, explicó Abramovay a IPS.

La campaña cuenta con el apoyo de Viva Rio, organización carioca que promueve una cultura de paz, la Asociación Nacional de Defensores Públicos, la científica Fundación Oswaldo Cruz, la Secretaría Estadual de Salud de Río de Janeiro, la Comisión Mundial sobre Políticas de Drogas y Avaaz, una comunidad global de movilización en línea.

Una de las participantes de la campaña, la actriz Isabel Fillardis, dijo que se asustó cuando la convocaron, porque nunca había consumido drogas. Pero decidió apoyar la iniciativa porque se conmovió con los casos presentados y, sobre todo, “porque es importante promover el debate” de un tema considerado tabú en Brasil.

En los últimos meses, ídolos populares de este país hablaron abiertamente de sus experiencias con las drogas. Entre ellos, el músico y exministro de Cultura, Gilberto Gil, que se refirió a su hábito de consumir marihuana.

El secretario de Medio Ambiente del Estado de Río de Janeiro, Carlos Minc, relató que en sus tiempos de ministro del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) fue llamado “al orden” por participar de una marcha de apoyo a la despenalización de la marihuana. Otras autoridades consideraron que hacía una “apología” de las drogas, recordó.

“Tenemos que revertir el juego de la hipocresía y la represión”, exhortó.

Dentro del PT las opiniones están divididas. “Pasé ocho años en el gobierno y sigo apoyando a este gobierno que ha transformado Brasil, pero en ese punto el camino de lucha es el de la sociedad civil”, consideró Abramovay.

Por: Fabiana Frayssinet (Exclusivo IPS para LA REPÚBLICA)

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