editorial

Alerta: buitres al acecho

Asistimos, en nuestro continente, a intentonas desestabilizadoras de la democracia, muy notorias. Los hechos son contundentes y sobrarían las palabras. Mas siempre es bueno y saludable aclarar y tener bien presente quién es quién en estas latitudes, y qué fines persiguen.

Hemos tenido tiempo atrás varios ensayos de los llamados “golpes de Estado” (Venezuela, Honduras, Bolivia, Ecuador y Paraguay), algunos tradicionales (siendo partícipes militares junto a civiles) y de otro estilo, pero con los mismos fines. En algunos casos repetidamente. Todos repudiados por el resto de los países de la región, con sus pueblos encabezando el rechazo.

Paraguay nuevamente ha sido el elegido, esta vez en una acción parlamentaria, que votó en mayoría la destitución de Lugo, en un “juicio político”, que no fue tal.

El ex obispo derrocado llegó al poder sin respaldo de un partido propio. Por lo tanto necesitó hacer alianzas como la pactada con quien es ahora Presidente, Franco, perteneciente a la derecha de su país, y que era su vice hasta su derrocamiento. Esto demuestra, más claro que nunca, aquello de que hacer pactos con el diablo no lleva a buen fin. Lugo, ante esa falta de apoyo, y con mínima representación en el Parlamento, no tuvo defensa alguna. Y como ha sucedido a través de la historia contemporánea, la Iglesia Católica, a través de sus autoridades, fue de inmediato a dar sus cortesías al nuevo mandatario.

Felizmente, la reacción de los países de la región fue inmediata. Unasur y Mercosur repudiaron el “golpe” y dejaron aislado políticamente al nuevo régimen. Chile y Colombia, tibiamente, también se pronunciaron en contra de lo sucedido en Paraguay.

Ello ha traído aparejado unas cuantas situaciones que están en el tapete en estos momentos. Principalmente en nuestro país, donde se cuestiona la posición firme tomada por Mujica, junto a Cristina Fernández y Dilma Rousseff, de suspender del Mercosur a Paraguay y dar entrada a Venezuela como miembro pleno, que venía siendo postergada, justamente por el Parlamento paraguayo, a pesar de la aprobación de Lugo.

Estos métodos de intentar derrocar gobiernos democráticos, donde también se usa al narcotráfico, que aporta dinero sucio, llevan la clara intención de torcer el brazo a una mayoría de gobiernos progresistas. Tristemente, y tomando como ejemplo a los políticos de oposición de nuestro país, vemos cómo usan estos hechos para manifestarse y dar rienda suelta a su intrínseca estructura derechista, con evidente apetencia electoral. Desatan todas sus baterías contra el gobierno del FA, argumentando que la resolución tomada por el Mercosur no es legal, que está fuera del ámbito jurídico, y que la medida ha sido política.

Estas voces que escuchamos no hacen énfasis en lo esencial, que es el hecho nefasto producido por el Parlamento paraguayo. Lugo además no tuvo la mínima posibilidad de defensa. Fue una acción déspota lo que se hizo en el país hermano.

Es todo de lo mismo, lo que acontece por aquí y por allá en nuestro continente, es la reacción lógica de la derecha ya que añora otras épocas, visualizando que la situación hegemónica del progresismo avanza para no retroceder jamás. Por ello no escatiman esfuerzos para continuar en el sentido que lo están haciendo ante cualquier fisura aparecida en el horizonte continental.

La unidad monolítica de los pueblos, junto a sus gobiernos, debe ser la premisa para contrarrestar las flechas apuntadas hacia el corazón de la democracia.