Sábado, 21 de Julio de 2012. Montevideo - Uruguay
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vicario galdona

Iglesia Católica redujo más de 50% asistencia a comedores y merenderos

El presbítero Javier Galdona, vicario de la Solidaridad, señaló que por la mejoría social del país la Iglesia Católica consideró que ya no era necesario mantener la asistencia de comedores y merenderos en 400 puntos de Montevideo, tal como se hacía en 2002. Hoy, la cifra se redujo a más de la mitad.

PUBLICADO el Lunes 7 de mayo, 2012

“De esa fecha a la actualidad hubo un cambio brutal, con números reales. Pero mejoraron más los sectores superiores en comparación con los inferiores”, aclaró el religioso. El director de la Vicaría de la Solidaridad de la Arquidiócesis de Montevideo, presbítero Javier Galdona, indicó que la institución desarrolla actividades sociales a través de tres niveles: uno a partir del accionar de las parroquias y capillas (unas 120) con pequeños emprendimientos de venta de ropa, merenderos o distribución de alimentos, que va más allá del accionar del Mides. El vicario manifestó que existe un segundo nivel de prestación social que involucra a una veintena de instituciones católicas que ya tienen una organización propia, como Tacurú o Kolping, que tiene una acción más profesional.

El tercer nivel es el diocesano, que se relaciona con la atención religiosa en las cárceles, así como una acción social directa por intermedio de la fundación Entre Todos, que trabaja exclusivamente en el ámbito carcelario.

El religioso consideró que el aporte de la Iglesia es complementario a las políticas sociales que aplica el gobierno central. “Sería perfecto que el Estado pueda hipotéticamente cubrir todo el universo. Pero la experiencia indica en todo el mundo que aunque el Estado sea muy eficiente, las políticas públicas generales siempre tienen límites de gente que queda afuera y que necesita un apoyo mucho más personal”, explicó Galdona. Recordó que durante la crisis del año 2002 la Iglesia de Montevideo llegó a tener casi 400 comedores y merenderos en parroquias. Pero una vez que dejó de existir esa necesidad inmediata en la sociedad, se fue reduciendo esa prestación y hoy día “queda algún merendero y comedor, para grupos muy acotados, en un proceso donde los propios participantes gestionan el servicio”. Dijo que dentro de la Iglesia la tarea social es esencialmente de los laicos. Explicó que la ayuda internacional que reciben es cada vez menor porque se visualiza una evolución positiva de los indicadores macroeconómicos de Uruguay. Indicó que a su vez, no existen en nuestro país mecanismos legales que faciliten la donación de los privados a través de descuentos impositivos. Dijo que desde la crisis del año 2002 a la actualidad “se produjo un cambio abismal en Uruguay desde el punto de vista social. Los números son reales. Disminuyó mucho la pobreza y la indigencia y se llegó al núcleo duro. También es cierto que la sociedad uruguaya sigue estratificándose fuertemente, distanciándose entre los niveles superiores e inferiores. Ha mejorado mucho los niveles inferiores pero mejoró mucho más en los superiores.” El sacerdote entiende que esta dificultad en la distribución de la riqueza puede incidir negativamente en la homogeneidad de la sociedad uruguaya y en la convivencia. Sobre los cuestionamientos a las políticas sociales sin contraprestaciones, Galdona afirmó que hay casos en los que sí se debe de exigir y en otros “hasta es saludable que no se pida nada a cambio.” Manifestó que hay avances en las políticas implementadas por el Mides, pero que tanto a nivel público como privado hay déficit en cuanto a la realización de evaluaciones serias sobre los resultados de las acciones. Reconoció que a nivel carcelario este gobierno “ha hecho mucho a partir de un atraso importante”.

Dijo que dentro de las cárceles también se hacen muchas cosas buenas pero que no se difunden. De acuerdo a su experiencia, en los últimos tiempos cambió el perfil del tipo de delito y que la aparición de la pasta base cambió cualitativamente el perfil de la población carcelaria. Enfatizó que la sociedad muchas veces mira para el costado la problemática carcelaria, ya que entiende que esta “es un reflejo de nuestra sociedad”. Añadió que a los uruguayos no les gustan que les digan que cuentan con algunas de las peores cárceles a nivel internacional, cuando los indicadores económicos son sumamente positivos. Incluso, mencionó que existe una conciencia mágica en la población de que la persona que está recluida no tiene derecho a salir más.

El religioso abogó por una reforma del Código Penal (cuyo proyecto de ley ya está en el Parlamento) a fin de mejorar esta situación y de la implementación de otras medidas que tiendan a que la reclusión sea la última alternativa para la punición.

Señaló que a la sociedad le sale desde el punto de vista económico muy caro mantener una persona presa y advirtió que saldrá más barato todo lo que se gaste para evitar que una persona termine en la cárcel (ver nota aparte).

Cierran merenderos por falta de usuarios

La intendenta de Montevideo, Ana Olivera, aprobó el 30 de abril en mutuo acuerdo con la asociación de Coordinadoras de Ollas Populares, la suspensión del aporte mensual que daba para alimentación, a partir de mayo, debido a que ya no existía necesidad de dar esa prestación porque la propia gente dejó de ir. “Es una herramienta que dejó de ser necesaria”, aclaró Olivera, en relación a la mejoría de las condiciones sociales. Incluso la propia intendenta asistió ese mismo día al cierre de un merendero en el Club Progreso, que se convirtió en un aula para la capacitación en gastronomía de jóvenes, en el marco del nuevo centro educativo en el Club con la gestión de UTU. En dicho acto participaron el presidente de la República, José Mujica, y el ex presidente Tabaré Vázquez.

Plebiscito para bajar edad de imputabilidad penal

“Mezclar menores con adultos empeora la situación”

Sobre la campaña de recolección de firmas para la baja de la edad de imputabilidad, el sacerdote precisó que esa propuesta ya existe en la normativa uruguaya. “La única diferencia que tendríamos es que los menores serían mezclados con los adultos. Sinceramente, no veo que eso nos ayude a solucionar la problemática actual”, precisó. Acotó: “Si estamos hablando de separar primarios de los otros, porque es la forma de facilitar la rehabilitación, cuanto más amontonemos cosas distintas peor es. Llevar a los adolescentes con los adultos en el sistema carcelario empeora la situación.”

Cárceles. “Violencia es inferior a la esperable”

Plan piloto para población reclusa

La Iglesia Católica trabaja en la capital con la realidad carcelaria a través de un plan piloto. Hasta principio de año se hizo un taller de radio con los reclusos a fin de tender un puente entre la sociedad civil y la población carcelaria. También se desarrolla un programa que involucra a hijos de los presos del Comcar para reforzar vínculos, tendiente a “curar las heridas psicoafectivas entre el preso y su familia”. Galdona consideró que aquellos reclusos que se sienten abandonados es muy difícil que luego puedan insertarse en la sociedad. Por ese motivo es que se hizo la experiencia piloto para incluir a los hijos, “porque todo sostén humano involucra necesariamente a la familia y los amigos”. Destacó la importancia de un sostén emocional y que si el recluso no contó con esta ayuda, es muy probable que cuando salga en libertad no pueda regenerarse. Explicó que el accionar de la Iglesia dentro de las cárceles consiste en acciones puntuales que colaboran pero que no van a cambiar la realidad carcelaria. Afirmó que el recluso debe desarrollar habilidades dentro de la cárcel y aclaró que no es suficiente que el preso asista a clases con el solo aliciente de disminuir los días de pena. Se debe incentivar a la persona a formarse personalmente. Galdona reconoció que dentro de las cárceles hay altos índices de violencia, pero destacó que “hay mucho menos violencia de la que era pensable para lo que significa la vida en el encierro. La violencia es infinitamente inferior a la esperable. En Uruguay hay 9 mil presos y no hay una violencia desatada. Son personas con un pasado difícil, con conflictos con la ley, que están pasando muy mal en reclusión. Entonces, es un caldo de cultivo espantoso.”

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