Este es el segundo largometraje del promisorio y controvertido creador, cuya ópera prima fue “Hunger” (Hambre), un título no menos sugestivo de su breve pero llamativa producción cinematográfica. En esta oportunidad, el reparto actoral también es encabezado por el ascendente Michael Fassbender.
Aunque la película es de producción inglesa está íntegramente rodada en Nueva York, que constituye la escenografía ideal para plasmar la alienada y alienante existencia del protagonista.
En efecto, el personaje de la trama argumental es Brandon (Fassbender), un profesional arquetípico de la sociedad capitalista de mercado, que interactúa permanentemente con las elites y tiene una bien ganada fama de seductor y adicto al sexo.
Empero, como si se tratara de un mero deporte de frecuencia cotidiana, todas sus prácticas eróticas son efímeras y para nada suponen una relación que pueda perdurar en el tiempo.
La existencia de este personaje, que suele correr de noche por las calles de la frenética megalópolis como una suerte de catarsis, transcurre cotidianamente entre el trabajo y la alcoba.
Empero el inesperado e indeseado arribo de su hermana Sissy (Carey Mulligan), se transforma en un serio contratiempo y, obviamente, amenaza su intimidad y su libertad.
Evidentemente, este hombre, que sustenta su estilo de vida en el irrestricto goce de los placeres terrenales, experimenta una profunda conmoción por la connivencia compartida.
No en vano su hermana es una mujer caótica, desordenada y genera permanentes problemas y conflictos, lo cual amenaza el mundo del atribulado Brandon.
Empero, la clave de la historia reposa sobre el itinerario existencial de este joven, que es puro instinto y practica el sexo como una suerte de drogadicción, aunque, en algunos casos, tenga que pagar.
El es parte de la fauna neoyorquina nocturna, lo cual le permite conocer a numerosas mujeres y saciar sus deseos hasta la extenuación.
Es tal el grado de compulsión erótica del protagonista que parte de su tiempo libre lo suele dedicar a observar películas pornográficas, a masturbarse en forma enfermiza y a ejercer el sexo virtual, como una suerte de evasión.
En ese contexto, Brandon construye su territorio espacial y emocional, que discurre a través de andariveles radicalmente diferentes a quienes con el interactúan.
Si bien en su vida profesional es un ser sumamente racional, cuando tiene oportunidad de escapar a los compromisos, los ritualismos y las convenciones deviene un una suerte de animal que exhibe los instintos más primarios.
Como si se tratara de un unipersonal, el relato hurga en la cotidianidad de este joven atribulado y atormentado, que en la escena pública es un exitoso, pero realmente es una persona insatisfecha.
A través de esta criatura singular, Steve Mc.Queen -que no tiene ningún parentesco con el famoso y ya finado actor norteamericano- retrata crudamente a una sociedad grotescamente deshumanizada.
En ese contexto y mediante una paleta de elocuente realismo, el frontal cineasta pincela el rostro más sórdido y oscuro de la Nueva York contemporánea, con sus miserias implícitas y explícitas, sus claustrofobias, sus miedos y sus agrios humores.
En este film, el realizador exhibe una faceta poco frecuente en el cine del tercer milenio: la intrínseca capacidad de abordar temas duros, con la mayor crudeza y valentía.
“Shame” es una película revulsiva y de una superlativa calidad estética (brillante utilización de los planos en secuencia), cuyos excesos están al servicio de un proyecto de denuncia de un modelo social alienante y demoledor.
Ficha Técnica
Shame. Reino Unido 2011. Dirección: Steve McQueen. Guión: Aby Morgan y Steve McQueen. Producción: Iain Canning y Emile Sherman. Fotografía: Sean Bobbitt. Montaje: Joe Walker. Música: Harry Escott. Reparto: Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale, Nicole Beharie, Hannah Ware, Elizabeth Masucci, Amy Hargreaves, Lucy Walters, Robert Montano, Jake Richard Siciliano, Anna Rose Hopkins, Alexandra Vino, Frank Harts, Briana Marin, Alex Manette y Stephane Nicoli.