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para ellas y ellos

Los mitos del sexo anal: una práctica que crece

El prestigioso diario “El País” de España publicó un artículo titulado "Contra los mitos del sexo anal", el cual fue el más leído en los últimos días. El artículo en cuestión señala por qué esta práctica es cada vez más común, no solo en mujeres sino también en los hombres heterosexuales.

PUBLICADO el Lunes 7 de mayo, 2012 2 comentarios

La sexóloga Tatiana Escobar Casares realizó una investigación sobre el tema. Hay algunos mitos que circulan, de generación en generación y de un país a otro. Tal como los enuncia la gurú del tema, Tristan Taormino, en “The Ultimate Guide to Anal Sex for Women”, solo las prostitutas, los pervertidos y los frikis practican sexo anal , solo los hombres gay tienen sexo anal, los hombres heterosexuales a los que les gusta son en verdad gays, a las mujeres no les gusta.

Sobre estos puntos el artículo señala que el disfrute y la práctica del sexo anal no tienen distinciones de sexo, orientación sexual, edad, profesión, clase social o religión. Los guardianes de la moral se han encargado de convertirlo en un tabú, de perseguirlo criminalmente, de fomentar la desinformación o de estigmatizar moralmente a quienes lo practican. También lo hicieron con la masturbación, con el sexo oral y con la homosexualidad, porque a los guardianes de la moral les encanta legislar en “los dormitorios de la nación”, decía Pierre Elliot Trudeau.

“Si estamos ante el último tabú de la vieja guardia, ya va siendo hora de que pasemos a las armas. Por mi parte, nunca desperdicio una oportunidad para decir alto y claro que se trata de una práctica tan común como la masturbación o el sexo oral. Y para muchas y muchos, es incluso mejor”, señala Escobar Casares.

El sexo anal no es un patrimonio exclusivo de los gays. A pesar de lo que se cree comúnmente, se estima que solo la mitad de los hombres gays lo han probado y menos del 30 por ciento lo practican regularmente, según datos del Dr. Jack Morin, uno de los más respetados expertos en la materia -su libro “Anal Pleasure & Health” fue un auténtico pionero y está considerado como “la biblia de la salud anal”- y de “The Kinsey Institute New Report on Sex”, de June Reinisch y Ruth Beasley. De hecho, no hay pruebas o evidencias de que un grupo social en particular definido por su género y orientación sexual practique más sexo anal que otro.

El hecho de que a un hombre heterosexual le guste el sexo anal (tanto penetrar como ser penetrado) no esconde represiones de una orientación sexual encubierta, ni deseos ocultos. A millones de hombres les encanta recibir estimulación anal, con besos, caricias, lenguas, dedos o juguetes eróticos.

Algo que se siente muy bien

El sexo anal “bien hecho” no solo no duele sino que se siente bien. Bien no, muy bien, aseguran los expertos. Además, desata fantasías y sensaciones maravillosas de entrega, sumisión y dominación. Pero, aunque produce unos orgasmos muy grandes, no es capaz de cambiar la orientación sexual de una persona.

Este mito, alimentado por la homofobia y por las falsas creencias en torno al sexo anal, sigue impidiendo que muchos hombres heterosexuales exploren su sexualidad anal a solas o en pareja. El sexo anal “mal hecho” alimenta el mito de que debe doler y sirve de excusa a muchas personas para negarse a intentarlo.

“He perdido la cuenta de las ocasiones en que he escuchado, de clientas y amigas, una historia que se repite con estas variantes: estoy esperando que aparezca la persona que lo merezca… Lo haré sólo para que deje de insistirme… Se lo regalaré si se casa conmigo… Sé que me dolerá, pero lo haré por él: no iniciados, nerviosos y presionados por sus amantes o parejas acceden a practicar sexo anal”, dice la sexóloga.

Acota que “el resultado es rara vez feliz y cuando te lo cuentan parece que sonara de fondo música de película de terror: la pareja se lo ha pasado en grande y a ellos les duele. Lo dicen o se callan, pero desde luego se niegan a volver a intentarlo. Y si lo intentan de nuevo, será siempre bajo la presión de la pareja de turno y con un miedo al dolor que en nada propicia la dilatación.

La aparición en sociedad de la mujer que disfruta del sexo anal –curiosa y ávida por iniciarse, atenta a descubrir nuevas técnicas y juguetes, la que lo pide abiertamente y con frecuencia, la que lo disfruta aún más que la penetración vaginal– es un fenómeno más bien reciente, que al parecer no ha sido suficientemente publicitado y cuya visibilidad merece todo nuestro esfuerzo”.

Curiosamente, quienes sí van ganando visibilidad desde hace unos años son las mujeres que practican el “Date la vuelta, Paco, que me pongo yo”. En inglés, a esta práctica se la conoce recientemente como “Bend Over Boyfriend” o “Pegging”, término ganador del concurso propuesto por el consejero sexual Dan Savage para buscarle nombre al asunto.

Las parejas hetero van a la boutique erótica o sex shops ante la idea de adquirir un arnés y un dildo para que ella lo use con él. En esta pareja ni ella se siente violentada por usar un pene de quita-y-pon ni él se siente vulnerable o súbitamente marica por desear ser penetrado con un dildo… Al fin y al cabo, al otro lado de la silicona está la mujer que desea y que es cómplice de sus deseos.

Para Tatiana Escobar Casares “ese intercambio de roles, que implica un traspaso de poder y una comunión de intimidad con el otro, es una auténtica bomba de excitación. Y cuando se vive sin miedo y sin prejuicios, nos regala experiencias sexuales trascendentes, esas que no solo te alegran el día: esas que sencillamente nos vuelven mejores amantes”.

2 Comentarios

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  1. no le veo nada de malo, a mi mujer le encanta.

  2. maría clara

    En la práctica del sexo, todo está permitido si ambos tienen la mente abierta a nuevas sensaciones.- Es cierto, los guardianes de la moral, se encargaron de cercenar el placer a muchos que hoy son aburridos amantes sin imaginación. Dilatación mental, lo demás viene solo.