“El lujoso cabaret Chantecler nace en la década del ’30. Fue creado por un francés llamado Amadeo Garesio, quien estaba casado con Ritana, una compatriota de Marsella que se transformó en la estrella del lugar”, dice a la AFP Mora Godoy, bailarina, coreógrafa y productora del espectáculo.
El Chantecler tuvo su apogeo en las décadas de 1930 y 1940. Por él circulaban políticos y empresarios poderosos, militares y policías y gente de la alta sociedad que, en palcos con cortinados que se cerraban ante la mirada de los curiosos, sellaban negocios no demasiado legales o consumaban encuentros sexuales.
El musical “Chantecler Tango” “está basado en hechos reales, pero cuenta una historia de ficción cuyo guión avanza y retrocede todo el tiempo de la mano del personaje de Ángel, el sereno del viejo edificio que albergó al glorioso cabaret”, cuenta Godoy, cuyo espectáculo “Tanguera” fue un éxito en Broadway en 2002.
El cuerpo frágil y sensual de Godoy da vida a una Ritana enfundada en un lujoso vestuario, a tono con la lascivia de los tangos que toca una orquesta en vivo y canta Black Rodríguez Méndez, alias el “Ñato”, un turbio personaje que compite con un policía en la venta de cocaína.
Con bigote finito al estilo de la época, Black contó a la AFP que investigó cómo se cantaba en los años 1930 y 1940, en especial con la orquesta de Juan D’Arienzo, el llamado “Rey del Compás”, que alcanzó la fama en un reducto que recreaba el mejor estilo de los cabarets de París.
El “Ñato” está “cabrero” (furioso) porque Ritana lo sedujo y luego lo abandonó, ratificando poder de seducción de una mujer que en la vida real llegó a ser novia de Carlos Gardel.
El Chantecler (cuyo nombre se supone deriva de las palabras francesas ‘chanter clair’, cantar claro), era una importante construcción de estilo Art Decó en pleno centro de Buenos Aires, a escasos metros de la emblemática avenida Corrientes, con entrada para automóviles y una gran pista de baile con mesas.
Del edificio ya no quedan rastros. Acompañó la época del oro del tango hasta su cierre en 1957 y tres años después fue demolido “en medio de esa especie de apagón que sufre por entonces el mundo del 2×4″, recuerda Godoy.
“Desde el estreno estamos a sala llena y estoy encantada. Ya enviamos un trailer a Broadway”, señala la bailarina, mientras se calza sus medias de red color carne poco antes de salir al escenario. Afuera del camarino se siente el ajetreo en los pasillos del Teatro Alvear.
Godoy se entusiasma como una adolescente cuando cuenta que el día del estreno, el 12 de abril, fueron a ver la obra familiares de Ritana.
“Vinieron sobrinos, nietos y bisnietos, gente ya mayor, que se habían enterado por la prensa del espectáculo. Me trajeron centenares de fotografías originales del cabaret y de Ritana y programas y folletos con propaganda y hasta con el menú”, dice.
Godoy egresó como bailarina clásica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires y hace más de una década que recorre el mundo con su propia compañía, actuando en Francia, España, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil, Colombia y hasta China, Israel y Japón.
“Chantecler Tango” sirve además de trampolín para figuras jóvenes y aún desconocidas por el gran público.
“Es mi debut en un espectáculo de estas características y me seleccionaron en un casting que se publicó en Facebook y que convocó a unas 200 parejas de bailarines”, cuenta a la AFP Marco Ayala, que interpreta a un joven comisario.
Su personaje, “oscuro y dual”, que maneja la venta de cocaína en el lugar, vive un romance apasionado con Ritana. “Parecen animales al acecho esperando agazapados para saltar uno sobre el otro”, dice Ayala al evocar un cuadro sumamente erótico que baila con Godoy sobre una cama.
Los explosivos condimentos del espectáculo, como la pasión, la droga, la traición, el poder y los celos, terminarán enfrentando a los personajes y alguien quedará tendido sangrando sobre las tablas.