País en desorden

El país está cautivo de una elección.

Los uruguayos estamos a expensas de mensajes, decisiones y anuncios que tienen como destinatario a los eventuales votantes de la elección interna de una fuerza política. ¡No puede ser!

Estamos trabados, porque lo que importa es la elección del Frente, “bombardeados” por avisos sectoriales. No es nuestra trinchera, no nos interesa eso.

Lo que no puede permitirse un país de primera es “parar” por una elección. Pendientes de quién puede ser el presidente de una fuerza política.

Hoy los principales agentes del gobierno y del Frente están en campaña. Pero nos ponen a todos en campaña, porque las cosas que se hacen o no, se dicen o no, desde el gobierno, condicionan al país entero.

El gobierno al ritmo de la campaña del FA.

Es un despropósito. Pocas veces visto. ¡Un desorden!

La semana pasada se arremetió contra la oposición, -deporte preferido del gobierno por estos días-, también contra la prensa, sin comprender que unos estamos para controlar y los periodistas para informar.

Por unas horas los políticos fuimos culpables de los motines, se dijo que había un político detrás –nos pusieron a todos bajo sospecha-, luego hasta el propio comisionado parlamentario fue responsabilizado. La jueza. Todos responsables menos el gobierno. Resultado: destrozos, presos a la intemperie, desorden y caos.

Si preguntamos por el dragado de Martín García perjudicamos la relación con Argentina. Ni hablemos de la licitación.

Un día el tratado de intercambio que nos pide la OCDE está “cajoneado” y otro es una maravilla jurídica que debe aprobarse cuanto antes. Hay que mirar a Brasil pero la presidenta argentina es admirada.

Eso sí, de todo cuanto le sale mal, la culpa es de “los otros”.

Con ese tono antirrepublicano se expresan cuando no refieren a un frenteamplista.

Pretenden colocar al “resto” en una suerte de “ajenidad” para con el país. “Enemigos” de la suerte de todos. ¡La derecha despectivamente!

Más allá de una estrategia comunicacional para desviar la atención, -“la política del tero”-, no es admisible jugar con el rumbo nacional por la suerte de una interna.

Mensajes “encriptados” se dan todos los días. El mensaje que se quiso transmitir a la Fuerzas Armadas es inaceptable, por inconstitucional, antidemocrático y por revelar una concepción de sociedad donde hay buenos y malos.

Fuerzas Armadas demonizadas siempre por el FA, requeridas otras, como única solución, sin importar que en ellas hay seres humanos

¿Algún partido político de algún país desarrollado se plantea tener una tropa militar “fiel”? ¿Esa discusión se da en el primer mundo? No. Se discuten otras cosas, generación de valor agregado, trabajo de calidad, seguridad de la gente, educación de excelencia, privilegiar el desarrollo tecnológico, esas son las cosas que discute el mundo desarrollado.

Pero aquí, con una economía pujante, con años de crecimiento, discutimos cosas del pasado -y las peores cosas del pasado-.

Como dicen los muchachos, el gobierno “está en la suya” pero no en “la de todos” como es su responsabilidad.

Usa el poder como si le perteneciera. No actúa con responsabilidad. Ministros y autoridades en campaña no puede haber. Todos en avisos publicitarios. ¡Un cambalache!

En el país hay problemas que no pueden ser desatendidos.

¿Querían mayorías parlamentarias para echarle la culpa a los demás?

Un gobierno en campaña electoral no puede haber. Las críticas a la oposición que las haga, pero de vez en cuando antes de mirar la paja en el ojo ajeno, hay que mirar la viga en el propio.

El Presidente tiene que tener autocrítica.

En la oposición no somos un escuadrón de carmelitas descalzas, pero un gobierno con mayorías no puede poner excusas para no hacer lo que debe, que es gobernar y mejorar la mala gestión.

¿Qué más precisa para hacerlo? ¿Un coro opositor complaciente?

De nuestra parte le brindamos al país lo mejor, no por el gobierno sino por la gente y sus problemas.

No esperamos ni queremos reconocimiento, sí respeto. Lo exigimos.

Ese principio cardinal de nuestro accionar político no lo determina el gobierno de turno. Sí determina el gobierno de turno, lo que reciba de nosotros, porque como dijo Wilson, “al país todo, al gobierno lo que se merezca”.