“Es una obligación que el chaleco antibalas le sea proporcionado a cada funcionario, por las autoridades responsables de cada dependencia. En el caso de nuestro infortunado compañero, William Soriano, varias veces lo había solicitado, incluso por escrito, pero jamás fue escuchado”, dijo De los Santos.
“Cumplía servicio por artículo 222 en un banco, lo cual llevó a que en oportunidades, compañeros le prestaran el chaleco para que tuviera mayor seguridad”, enfatizó el portavoz de la Confederación.