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arte
Las corrientes geométricas y las tendencias expresionistas quedaron relegadas u opacadas transitoriamente. El racionalismo y la objetividad de los constructivistas y neoplasticistas, la violencia y el dramatismo de los variados expresionistas derivados de Picasso, más influyente que nunca,no parecieron conformar a las nuevas generaciones. La insatisfacción y el desasosiego existencial ante una Europa arrasada y empobrecida, hizo que se buscara superar la situación en el recogimiento de la vida interior que a la vez capture el desánimo y la angustia colectivas sin alusiones a la quemante realidad visible de la vida cotidiana, hecha de privaciones, mientras se reconstruye el pasado hecho trizas.
El Plan Marshall impulsado por Estados Unidos, país que entró tardíamente en la contienda, significó un valioso auxilio esperanzador y el comienzo imparable de la americanización europea. Todavía, París mantenía el cetro de ser la capital cultural del mundo, el lugar de todos los lugares. Así, retoman la libertad perdida el cine, el teatro, la literatura, la canción popular (reapareció con fuerza Edith Piaf y su joven protegido Yves Montand, Charles Aznavour). Pero será Juliette Greco la musa del existencialismo, que entusiamó tanto en las oscuros cabarets de Saint Germain como en la claridad del cine Trocadero en si visita a Montevideo, entonando poemas de Jacques Prévert, Robert Desnos, Raymond Queneau y Jules Laforgue, el poeta franco –uruguayo..
La atmósfera efervescente y crispada pero de inusual vitalidad por la libertad reconquistada, fue propicia a la aparición del informalismo, la abstración lírica o arte otro (según lo estampó el pope Michel Tapié de Céleyran, que también visitó Montevideo).
De las lejanas improvisaciones de Kandinsky en 1912, a los delirios surrealistas, los pintores franceses consiguieron, sin trasgredir el siempre impecable buen gusto, imponer una nueva corriente, la abstracción lírica: Bazaine, Le Moal, Mathieu, el canadiense Riopelle, la portuguesa María Helena Vieira da Silva, Hans Hartung, integraron la Escuela de París, concidieron con los italianos Afro, Santomaso, Vedova, Scanavino, los españoles Antonio Saura y Antonio Tapies al igual que la aparición de Jackson Pollock al otro lado del Atlántico, la Escuela de Nueva York diferente a la Escuela de París.
Algo similar sucedió con la escultura. En ese período dominaron, dentro de la tendencia, tres personalidades: el alemán Norbert Kricker, el inglés Kenneth Martin, el estadounidense Kenneth Snelson y el italiano Pomodoro. Resulta extremamente curiosa la prolongación de esa tendencia en la obra del escultor Enrique Broglia, radicado en París desde 1969, ya en el declinar de la abstracción lírica. Broglia recoge elementos fundamentales de los escultores antes citados y agrega algo de Pablo Serrano. Modela las obras creando concavidades y despliegues, contrastes de liso / brillante, rugoso / opaco, volumen / plano, forma abierta / cerrada, o dispara formas filamentosas, emplea tubos de acero en composiciones verticales y horizontales (lo hizo Hugo López en los años setenta, cuando decidió cambiar la batuta por la escultura) pero siempre y en todos los casos, referidos a la realidad: pájaros, manos, corazones, barcos, las estaciones, los días y las noches. La inauguración transcurrió por la noche, en la galería de Zonamérica, y la iluminación nocturna adquirió una dimensión surreal, casi mágica, sensación que se evaporó en la no muy bien presentada exposición, con obras objetables por la desprolijidad en la soldadura (demasiado evidente). En todo caso, obras menores de un talento mayor que tiene lustrosa trayectoria internacional. La extraña concepción del catálogo no contribuye a la estimación correcta del artista.
Por otro lado, Lara Campiglia (Museo Zorrilla), como antes en el mismo lugar Rodrigo Zorrilla, ambos discípulos de Fernando López Lage, curador entusiasta de la obra, embadurna enormes superficies en triste remedo de Pollock y Riopelle, pegotea trozos de tela o trapos, sin que nadie le advierta que cualquier cercanía con la pintura es puramente accidental.