Soleado ¦ 28°C |
MÁS DE 300 MUERTOS
Los activistas de Homs catalogaron los hechos como “una catástrofe en todo el sentido de la palabra”. Había cadáveres de niños decapitados, y ayer por la tarde la gente continuaba rescatando precariamente a las víctimas bajo los escombros.
Según publicó The New York Times, el ataque se desató luego de que un grupo de desertores secuestrara cerca de doce soldados sirios que se hallaban en un puesto de control militar. Tras el secuestro, el ejército ordenó la ofensiva utilizando, según testigos, proyectiles mortero y tanques desplegados en las afueras de la localidad de Khalidiya.
La comunidad internacional condenó la represión del gobierno sirio. Entre otros, el presidente norteamericano, Barack Obama, acusó al gobierno sirio de asesinar a civiles en un “ataque indescriptible” y le exigió a Al-Assad que diera “un paso al costado para permitir que empiece de inmediato una transición democrática”. Obama le prometió, además, el apoyo de Estados Unidos al pueblo sirio y su colaboración para construir un futuro mejor en el país. La matanza fue condenada también por Francia, Gran Bretaña y España, y por la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.
A pesar de la condena, las autoridades de Damasco negaron el bombardeo y responsabilizaron de la violencia a “grupos armados”, tal como han hecho desde el inicio de la revolución.
La masacre se produjo sólo unas horas antes de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que Rusia y China vetaron una resolución que condenaba la violencia del régimen de Damasco contra la población civil. El documento, que tomaba de base una propuesta de la Liga Arabe para la transición en Siria, evitaba instar al presidente sirio a dejar el poder, condición que había propuesto Rusia para aceptar la resolución.
Poco después de la votación, uno de los dirigentes del CNS, Ahmad Ramadan, calificó la postura de Moscú y de Pekín de “una autorización al régimen de Damasco para asesinar”.