editorial

Fin de 2011: crisis y rebeliones

  PUBLICADO el Sábado 14 de enero, 2012

Crisis Capitalista
Gustavo González, Analista

Durante 2011 la profundización de la crisis capitalista generó una serie de rebeliones que se registraron fundamentalmente en Europa, África y Estados Unidos.

Importa tener claro que es una crisis de una brutal profundidad que llevará a que durante 2012 se sigan registrando en distintos países movilizaciones que tendrán seguramente grados de masividad y combatividad importantes.

Debemos hacer el esfuerzo de analizar por qué las mismas no pasan de allí y no se producen revoluciones, entendiendo por ellas un cambio radical que entierra un sistema político para dar nacimiento a otro basado en otras estructuras. Hay que tener claro un elemento central y es que debe existir una organización política que plantee, oriente y dirija el cambio. Por más rebeliones masivas y combativas que existan, el verdadero cambio no se puede producir. Es más, puede llegar a generarse una brutal derechización de las masas, algo de lo que hay ejemplos en la historia.

Debemos comprender que el hecho de que no se genere una herramienta política capaz de orientar el descontento hacia una salida de triunfo es parte de un gran operativo político que lleva ya mucho tiempo. Y es el grado de despolitización y desideologización de la actual izquierda internacional, responsable en gran medida de que no nazca la herramienta política indispensable para el cambio real.

La caída del llamado “socialismo real” objetivamente golpeó duramente a todas y todos los militantes de izquierda, tanto a aquellos que eran críticos como a los que lo seguían ciegamente. No es fácil reponerse de ver que la ex Unión Soviética, en un simple informativo televisivo, explicó que el socialismo se había terminado.

Luego comenzamos con los foros mundiales de todo tipo, donde entre otras nefastas resoluciones, como condición fundamental se precisaba que no se vota, solo se discute y en nombre de la “diversidad” comienza a ocultarse la verdadera lucha de clases. Se planteó cambiar hasta el lenguaje: alternativa, cambio, renovación, etcétera. Y cambiar el lenguaje implica cambiar la política; no se trata de un problema de forma sino de contenido, es decir, se debilitó y regimentó el discurso efectivamente esclarecedor.

Y luego surgieron las falsas interpretaciones que generaron confusiones de todo orden, dando pie fundamental a alianzas que rebajaron los programas políticos, porque había y hay que ser amigo de “lo posible”. Los discursos comenzaron a querer vender que el capitalismo es mejorable, se llega a sostener que puede llegar a tener una cara “humana”. Esto fue llevándose a cabo a escala internacional, y es por eso que hoy al joven español, al trabajador italiano, al sano intelectual portugués les cuesta mucho diferenciar entre un socialista y un derechista. También aquí en nuestro continente se llevó adelante esta ofensiva de derecha que lleva a que todos los que critican a los gobiernos progresistas inmediatamente son calificados de “radicales” y los que admiten todo son “los sensatos”. Este tratamiento de la política no hace más que dividir, distorsionar el debate franco y fraterno que siempre debe caracterizar a la izquierda.

No debemos tener temor desde la izquierda a admitir las desviaciones políticas que engendraron falsos socialismos, donde la participación de la gente no existió, donde la burocracia fue cómplice de la traición más ruin a su pueblo.

Volver a las raíces del pensamiento socialista científico, madre de todas las organizaciones, aunque hoy muchos renieguen de ello, es la gran tarea de la etapa. Sin dogmas, sin esquemas, sabiendo que la historia más temprano que tarde le dará la razón al joven Marx, hoy más vigente que nunca.

1 comentario »

  1. El joven Marx o el viejo Marx. Y el proletariado ruso y alemán? Muy confuso y me perdí entre las palabras. No se bien que quiso decir el columnista. Perdón.

    Comentario by Linardi — 14 enero, 2012 @ 12:41

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